Clonacion
lunes, 28 de mayo de 2012
jueves, 24 de mayo de 2012
Breve historia de los experimentos de Clonación.
El tema de clonar embriones humanos comenzó a sonar a mediados de 1998, cuando dos equipos de investigadores estadounidenses consiguieron aislar y cultivar, en un laboratorio, una célula madre.
Así se llaman las células que originan los 210 tejidos de un organismo humano. Uno de los primeros avances fue logrado al mismo tiempo por un equipo de la Universidad de Wisconsin, en Madison, y por otro de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore.
Cada grupo avanzó por un camino distinto, pero llegaron a los mismos resultados. Lograron aislar y después cultivar las llamadas "células germinales", que se forman apenas se unen el espermatozoide y el óvulo. Los dos grupos utilizaron células en distintos estadios de desarrollo. Ahora, la legislación británica autoriza la clonación de estas células y su uso terapéutico hasta el día 14 de la gestación.
El interés en aislarlas reside en que estas células son capaces de originar tanto las células que forman el corazón como las del tejido nervioso o las de la piel. Es decir, son las que van a diferenciarse durante el estado embrionario para conformar las distintas partes del cuerpo humano.
Pero la mirada científica no se concentra sólo en señalarlas como células "pluripotentes". Ellas podrían formar parte de una reserva, un banco de tejidos de los laboratorios que reemplazaría a las células dañadas durante el transcurso de la vida.
Sin embargo, estas células madre -como señalan los pro-vida- pueden ser obtenidas de células madre extraídas de adultos, y no hay necesidad de clonar embriones humanos que luego serán eliminados.
Clonación reproductiva.
La clonación es la reproducción no sexual de individuos genéticamente idénticos a un individuo original. Se pueden clonar genes, células u organismos. Uno de los casos más espectaculares de clonación fue el de la oveja Dolly. En febrero de 1997, el investigador británico Ian Wilmut y sus colegas anunciaron que, con un nuevo tipo de biotecnología, habían conseguido una oveja genéticamente idéntica a otra; había nacido el julio de 1996.
El método de clonación más frecuente consistía, anteriormente, en «cortar» en dos un embrión probeta resultante de la unión de un óvulo y un espermatozoide y, acto seguido, implantar las dos mitades en madres portadoras para su gestación: se obtenían dos individuos clones. El método utilizado en la fabricación de la oveja Dolly era revolucionario; no había que pasar por un embrión probeta obtenido de un óvulo e in espermatozoide. La oveja Dolly fue resultado de la unión del núcleo de una célula de glándula mamaria de una oveja (el animal que se quería clonar) y de un óvulo al que previamente se le ha extraído el núcleo. Óvulo y núcleo se implantan a una madre portadora para la gestación. La obtención de la oveja Dolly, por clonación, requirió 277 embriones, de los que 29 fueron transferidos a una oveja hembra, consiguiéndose sólo 13 embarazos y un solo nacimiento.
La clonación de animales, si se toman las precauciones y no se afecta a la biodiversidad, puede ser beneficiosa. Pero los temores se agudizan cuando se insinúa la posibilidad de clonación de individuos humanos; posibilidad prohibida por la legislación de muchos países y por la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos. Ahora bien, el hecho de que la ciencia casi siempre ha avanzado transgrediendo límites y el secreto en que se llevan muchas investigaciones, puede generar sospechas sobre el respeto de los límites éticos.
Recordemos que en las clonaciones de animales un número importante de embriones no llegan en nacer o llevan a animales con deformidades. La aplicación de esta técnica a los seres humanos implica el alto riesgo de crear humanos con notables deformidades. La clonación reproductiva humana cuando sea tecnológicamente viable, se abrirá un nuevo debate ético de grande repercusión para el futuro de la humanidad.
Clonación Terapéutica.
Después del anuncio de la clonación de la oveja Dolly, en los primeros meses de 1997 (se trató precisamente de la clonación por fusión de un ovocito desnucleado con una célula somática extraída de la ubre de una oveja adulta de seis años y cultivado en un laboratorio), la alarma se concentró inmediatamente en la posibilidad de transladar ese procedimiento al hombre. Las condenas morales de esta posibilidad fueron numerosas: desde diversas partes, remitiendo a una valoración prudente y competente el juicio sobre el empleo de este procedimiento sobre los animales, se solicitaron normas de ley claras y definitivas en lo referente a la clonación humana.
Ya desde el primer momento, en los diversos comunicados de los organismos internacionales (Unesco, Parlamento europeo, Consejo de Europa, Organización Mundial de la Salud.), se notaban expresiones y matices diversos, que en cualquier caso ponían el énfasis en una condena general de la clonación humana, condena que unas veces era fruto de un acuerdo entre diferentes concepciones antropológicas y éticas, y otras se basaba sólo en posibles consecuencias de dichos procedimientos.
A este respecto se difundían en la opinón pública hipótesis y expresiones que pretendían configurar procedimientos particulares encaminados a la producción de células y tejidos para sucesivos empleos de medicina experimental y clínica, sobre todo en la línea de los transplantes terapeúticos. Se habló de la producción de líneas celulares multipotentes a partir de células estaminales de origen embrional (precisamente células de la masa celular interna del blastocito), procedentes de embriones humanos producidos mediante clonación.
La opinión pública, por motivos de comunicación y por el deseo de ganar fácilmente consenso, fue inducida a creer que se podían producir células y tejidos por clonación de otras células y tejidos, sin considerar por el contrario, que ese procedimiento implicaría necesariamente la generación de embriones humanos, aunque sólo sea en la fase de blastocitos, no destinados a ser transladados al cuerpo de una madre para su sucesivo desarrollo, sino solamente con la finalidad de usar sus células y así destruirlos. Este "malentendido" indujo a muchos a considerar que esos procedimientos debían considerarse lícitos, dado que tenían una finalidad terapeútica de gran valor para la curación de determinadas enfermedades y no dañarían la integridad del individuo humano.
Entre tanto, llegaba el anuncio de que el mismo centro de Escocia que había clonado a Dolly estaba dispuesto a colaborar con una industria estadounidense en la producción de células y tejidos humanos mediante procedimientos de clonación y la formación de bancos de este material.
Así, como a menudo acontece en estas situaciones, se planteó un dilema: o dar el visto bueno a esa producción, "benéfica", o impedir el avance de la ciencia hacia la victoria sobre enfermedades degenerativas (como la de Parkinson), metabólicas (como la diabetes mellitus con dependencia de la insulina) u oncológicas (como la leucemia).
En esta situación resulta urgente aclarar los términos de la cuestión y examinar de cerca la pertinencia de ese dilema.
¿Que es clonacion?
La palabra clonación significa división o aislamiento. Podemos decir que existen básicamente dos posibilidades de clonación. La primera es que después del proceso de unión entre la célula materna (óvulo) y la célula paterna (espermatozoide), el nuevo ser humano es una sola célula que se empezará a dividir para desarrollarse como un ser completo. Cuando se ha dividido en cuatro células, cada una de ellas todavía tiene toda la capacidad de desarrollar un ser humano completo. En 1993, la revista Science recogió las investigaciones de científicos de la George Washington University que dividieron (clonaron) por vez primera embriones humanos. Esta vez los científicos usaron embriones recién formados de cuatro células separando cada una de ellas, a este nivel cada una todavía tiene la capacidad de generar un ser humano completo. Esta posibilidad de clonación no goza del pleno respaldo de la comunidad científica justamente porque en este caso un mayor número de científicos acepta que se están manipulando seres humanos ya que el embrión está formado y ha sido concebido de una forma más «natural» (unión del óvulo y espermatozoide) que en el caso de la clonación «terapéutica» que explicamos a continuación.
La segunda técnica consiste en tomar el núcleo de una célula madura -que tiene todo el patrimonio genético de un ser humano- de cualquier parte del cuerpo de un adulto y depositarla dentro del óvulo materno, al que previamente se le ha extraído su propio núcleo. De esta manera, el núcleo de la célula madura a la célula primitiva la formación de un embrión que será depositado en el útero de la madre. Esto se logró en 1997 cuando la revista Nature informó el nacimiento de la oveja Dolly, clonada por científicos escoceses. Este tipo de clonación se llama: «clonación terapéutica» y como el experimento parte de dos células y no embriones, todavía goza de mas aceptación y popularidad.
Pretender que estos experimentos iniciales puedan satisfacer todas las esperanzas puestas en la clonación no sólo técnicamente es irreal por ahora, sino que presenta problemas morales serios, ya que la clonación y el proceso que conlleva violan los derechos fundamentales del ser humano y arriesga la vida del embrión. El experimento para la clonación de la oveja Dolly implicó 277 intentos de fusión de células, los investigadores lograron engendrar con éxito ocho embriones y de ellos uno sólo sobrevivió: Dolly. Con estas cifras, se puede estimar la cantidad de vidas humanas que se perderán durante los eventuales experimentos de clonación mientras éstos ocurran con la tecnología actual. Por ello, el mismo Dr. Alan Colman que participó en la clonación de «Dolly» se opuso rotundamente en agosto de 2001 durante una conferencia de expertos en clonación en Washington a los comentarios de algunos científicos de tan dudosa reputación, como Severino Antinori de Italia, que ya aseguraban estar dispuestos a intentar clonar seres humanos con la técnica escocesa.
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